Ley Celaá

El Gobierno esconde a las comunidades su plan para ‘liquidar’ la Religión en las aulas

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Luz Sela
  • Luz Sela
  • Periodista política. En OKDIARIO desde 2016. Cubriendo la información del Congreso de los Diputados. Licenciada en Periodismo por la Universidad de Santiago de Compostela. Antes, en COPE, ABC Punto Radio y Libertad Digital.

El desarrollo de la Ley Celaá ha arrancado entre la polémica por los currículos que el Gobierno pretende imponer en las aulas. En los materiales que se han trasladado a las comunidades autónomas, sin embargo, no hay alusión a la asignatura de Religión, que la propia ley margina y rodea de incertidumbre.

El plan del Gobierno es que esta materia no compute a efectos académicos. La nota tampoco contará para becas ni la asignatura tendrá una alternativa, como ocurría hasta ahora. El Ejecutivo sí prevé implantar otra nueva: la enseñanza «no confesional de Cultura de las Religiones». La Religión podrá seguir ofertándose, pero no tendrá efectos prácticos.

En los borradores remitidos a las comunidades autónomas, el Gobierno no da pistas de cómo quedará el redactado final sobre la asignatura. En la disposición adicional primera sobre «enseñanzas de religión» sólo se informa de que el texto está «en elaboración». Así figura en el Proyecto de real decreto por el que se establece la ordenación y las enseñanzas mínimas de la Educación Primaria, consultado por OKDIARIO.

Polémicas

El currículo educativo que prepara el Gobierno ha protagonizado estos días el enfrentamiento político.

Al tiempo que margina la Religión, el Ejecutivo sí quiere dar impulso a su nueva asignatura sobre «valores cívicos y éticos», que será obligatoria en Primaria y con la que Sánchez pretende adoctrinar a los menores en múltiples asuntos de la vida cotidiana.

Así, «se pondrá especial atención a la orientación, la educación emocional y en valores» y el alumno deberá «afrontar cuestiones éticas de relevancia, como las referidas a la autonomía y heteronomía moral, la distinción entre ser y debe ser, la práctica e identificación de las virtudes y sentimientos morales y, en general, la reflexión en torno a los valores, principios y normas que han de orientar nuestras vidas como personas y ciudadanos».

Una reflexión que se impregna de toda la ideología del Gobierno, condensada en leyes tan polémicas como la del ‘sólo sí es sí’ o la ley trans.

En los materiales se reconoce también que se inculcará a los pequeños una «alfabetización cívica». Esto es, prepararlos para la «vida en colectividad» hablándoles de «diversidad familiar», de la «interacción en espacios públicos desde una perspectiva de género», de «diversidad cultural», de la «cultura de la paz y la no violencia», de «las principales actividades profesionales y laborales de hombres y mujeres» o de la «igualdad de género y conducta no sexista». Conocimientos, de nuevo, en los que se impondrá el sesgo socialcomunista.

Por ejemplo, se propone «describir los cambios vividos por la humanidad incorporando la perspectiva de género», para lo que se propone «comparar los modos de vida de las sociedades hasta la Edad Antigua». Es decir, que se llama a encajar la «perspectiva de género» en el estudio de la Prehistoria.

El Gobierno también quiere que los niños aprendan su «memoria democrática» como «saber básico». 

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